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sábado, 22 de noviembre de 2008

Periodo de Garantía

Ayer se me jodió el mp4. Ayer se me jodió el mp4 porque el botón del “Play” se ha quedado metido para dentro y al puñetero no le entran ganas de salir. Lo peor no es eso, lo peor es que al tenerlo ya un tiempo se ha pasado el periodo de garantía, asique no puedo cambiarlo por otro igual o mejor. Vaya dilemita… ahora, la duda que me recorre la cabeza es si se ha jodido de tanto usarlo o simplemente son cosas que pasan. Entre tanto, a veces consigo arrancarlo y que mal funcione, pero enseguida se para y se bloquea al roce de la más ligera presión.

A simple vista puede parecer una gilipollez, pero es algo que en el fondo da que pensar. Si se ha jodido de tanto usarlo el problema es mío y el culpable solo soy yo. Otra teoría es que el fabricante solo lo diseñara para que pasara el periodo de prueba, algo cada vez más común, y pasado ese tiempo su mero uso solo conllevara a un desgaste continuo que conduce hasta el estado en el que estoy ahora. ¿Quién tiene la culpa entonces, el fabricante o el usuario? Independientemente de quién sea el problema, el meollo del asunto es que me he quedado sin escuchar música, y ahora, todos los días se tornan grises, todos los viajes eternos y todas las acciones cotidianas, es decir, que el único perjudicado soy yo mismo.

Lo curioso, es que esta metodología no es solo aplicable al aparato. También las personas a veces establecen su propio periodo de pruebas, condicionando que al acabarlo se estropeara enseguida, estableciendo una fecha de caducidad. Muchos no superan dicha prueba, y a nosotros, los pobres usuarios, no nos queda otra que tragar con lo que nos queda , aunque la cosa mal funcione.

…Es una pena que la vida no tenga periodo de garantía, porque creo que se estropea demasiado a menudo…

jueves, 6 de noviembre de 2008

Tarde de domingo en la Buho Real

La música envuelve su tenue apariencia, cuando, tras subir a la tarima comienza a tocar la guitarra. En su rostro, esos ojos cerrados, dejan ver unas largas pestañas cubiertas de negro. Frente a la pálida piel resalta el rojo intenso de esos labios pintados. De su boca comienzan a emerger quimeras de sentimientos, que acompasan danzas celestiales, casi divinas.

Cada nota que escapa de su débil figura nos trasporta a un mundo de sensaciones irreales, entre los presentes, el silencio es sepulcral, la atención es absoluta, como si cada segundo perdido de esa fija imagen fuera un tesoro indescriptible, y, en cierto modo, lo es. Los acordes acompañan las sensaciones, y ese escalofrío que recorre tu espalda al escuchar aquella voz angelical. Suben las notas hacia el infinito y bajan de golpe hasta convertirse en un leve susurro en tu oído. La cristalina limpieza de sus palabras te abraza y conduce a mundos desconocidos, tan pura, tan bella. Y entonces piensas en Dafne, en como por conservar su pureza se hizo laurel, e imaginas esos finos dedos acariciando cuerdas transformados en lisa corteza, y sabes que algo tan casto no se puede poseer, porque ni el parnaso entero recitaría algo igual...y no hay cítara mágica ni alhaja enjoyada capaz de comprarse a la hermosura de ese sonido.

Se para en súbito el tiempo, se ha callado, y entonces, en el silencio de su ausencia, se advierte el sonido de la lluvia cayendo afuera..."algo tan intenso debería ser pecado" piensas. Arranca de nuevo su coro angelical, corre mas deprisa el aire, los corazones se inquietan, la tensión del momento se puede acariciar con la yema de los dedos. Absorto y dominado por su voz de sirena hago un esfuerzo para apartar la vista y mirar a mi acompañante. "Te estás derritiendo" me comenta, "el diablo mismo se sentiría culpable si escuchase esto" le respondo.

Cierro los ojos y la brisa marina golpea mi cara, mientras, de fondo, se escuchan gaviotas chillar, la lluvia golpea con fuerza en la adoquinada calle, y el mundo se encoge de nuevo con su celeste armonía. Enmudece otra vez, pero ahora para no volver a cantar. Los pasmados rostros presentes tardan en reaccionar al embrujo de su son, y conceden 1, 2, 3 .. segundos de estruendoso silencio que solo el infame agua es capaz de romper. Que bello y sigiloso reconocimiento a una hora de eternos sentimientos, que callado clamor de estupefacción por lo vivido. Entonces, reaccionando, todos aplauden extasiados. En ese instante, derritiéndose como un dulce terrón de azúcar, se empequeñece todavía más, quizá para ocultar el rubor de sus mejillas, o la vergüenza que brota de su ser. Pienso entonces en todo lo ocurrido, y con una irónica sonrisa en los labios, alabo el poder de ese terrible arma, capaz de amansar a las fieras, capaz de callar a los hombres, capaz de calar hasta el alma.

(esta entrada es antigua, pero no está mal para empezar)