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lunes, 31 de enero de 2011

Los juicios mediáticos

El hombre siempre ha ambicionado conocer. Desde los tiempos más remotos, la información se ha asociado al poder, el que conocía sabía, y el que sabía estaba por encima de los demás. Es por ello quizá por lo que surgió el periodismo, por esta necesidad del ser humano. Estos actores sociales ha saciado la curiosidad humana, sin embargo, el siglo XX ha atraido tras de si una gran enfermedad: La sobreinformación.


Con la sobreinformación noticiosa, que atrajeron los medios de comunicación de masas, las personas empezaron a saturar su mente debido a la invasión de conocimiento que se produjo, perdiendo el interés por el contraste y asumiendo los engaños de mayor manera. Es entonces cuando surge otro fenómeno, los juicios mediáticos. Éstos, fruto de los perversos manipuladores de medios, se basan en la propagación de mentiras sensacionalistas que solo buscan captar a la audiencia.


Ya se han sufrido diversas contradicciones, guiadas por los medios, que han causado el pánico entre la población de manera alarmante. Todo el mundo se ha visto involucrado en la gran alarma social que han producido las dos últimas terribles pandemias, la gripe A o la gripe aviar. Al final, las dos pandemias solo fueron una quimera de lo que en realidad debían ser y todo quedó en nada. Los medios de comunicación no han pedido perdón al respecto ni lo harán.


Lo que deberíamos cuestionarnos a partir de ahora es si se ha perdido la capacidad crítica. La cualidad que nos hacía dudar de toda la información que obteníamos. Por que de ser así se ha asumido el seguir la corriente, el ir en pro del rebaño sin cuestionar las órdenes del pastor por contradictorias que sean. Puede que los medios de comunicación nos engañen con falacias y nos guíen al matadero; pero quizá la culpa es las personas que se pusieron el traje de ovejas.

lunes, 24 de enero de 2011

El drama nacional

Palomares sigue en una encrucijada 45 años después de aquel accidental drama, medio bélico, medio ambiental,. La polémica esta vez surge con ese terrible mal llamado urbanización. La olvidada radiación de la pedanía, que yace bajo tierra debido a la desidia de los EEUU por limpiar lo que ellos ensuciaron, podría surgir de nuevo a la superficie con este fenómeno. He aquí que ya tenemos los polos opuestos; unos afirman que al llenar todo el terreno de cemento (algo muy tradicional en la cultura española, también denominado ladrillazo) la radiación quedará atrapada, y otros que afectará a los ciudadanos de a pie.


Sinceramente sorprende de sobremanera que este sea el tema de debate y no otro de mayor lógica: “¿por qué no se ha limpiado lo que se ensució?. Entre los lances de asociaciones de ecologistas y partidos políticos sin duda habrá surgido esta idea, pero en el afán fratricida de la política nacional no hay cabida para luchas unionistas. EEUU ha sido el único país que ha utilizado la bomba atómica contra una población civil, y este alarmante y deshumanizador hecho estuvo a punto de producirse de nuevo, ni más ni menos que en nuestra nación. Caudilladas a parte (el zanjamiento de la polémica sirvió para estabilizar el régimen frente a la potencia) los ciudadanos debieron clamar contra semejante barbaridad.


Con la llegada de la democracia al país, Palomares se organizó con el fin de reivindicarse como víctima mientras el resto del Estado les omitió, de nuevo cegados por el resplandeciente astro de la diplomacia. El resultado es que casi medio siglo después, una parte del pueblo español sigue ensuciado por la torpeza de los mandatarios, lo más triste es que no hablamos del territorio , sino de nuestro orgullo y dignidad.

domingo, 16 de enero de 2011

Deberes y privilegios

Sucede a veces que la sociedad enferma, pero al no ser un único ser homogéneo es muy difícil alcanzar la cura. Hay curvas a lo largo de la historia que demuestran el nivel de podredumbre de este macro-organismo, pues bien, considero que la línea ha llegado a su Cenit.

El pasado 28 de diciembre cerró la cadena de información CNN+, consecuencia de la absorción de Cuatro (perteneciente al grupo Prisa) por parte de Telecinco. Decisiones empresariales llevaron a transformar 24 horas de noticias en un día de grotesca obscenidad, Gran Hermano. La cadena de Vasile le ha colocado ahora la guinda al pastel, que sin lugar a dudas será ávidamente devorado por nuestro gran público. Y he ahí que se deduce el mal que sufrimos, la escatofagia.

Se han sucedido numerosas protestas y alzamientos clamando contra semejante barbaridad (la del cierre de la cadena me refiero), pero son gritos sordos de un colectivo que jamás sintonizó el canal. Ha sido la propia sociedad la que ha otorgado escandalosas audiencias a criminales, ha observado impasible el surgimiento de ídolos de barro y oro y aplaudido sus esperpénticas actuaciones. Ahora no vale esconder la mano. Entre todos concebimos a este monstruo y es nuestro deber, al menos, asumir nuestra responsabilidad.