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lunes, 24 de enero de 2011

El drama nacional

Palomares sigue en una encrucijada 45 años después de aquel accidental drama, medio bélico, medio ambiental,. La polémica esta vez surge con ese terrible mal llamado urbanización. La olvidada radiación de la pedanía, que yace bajo tierra debido a la desidia de los EEUU por limpiar lo que ellos ensuciaron, podría surgir de nuevo a la superficie con este fenómeno. He aquí que ya tenemos los polos opuestos; unos afirman que al llenar todo el terreno de cemento (algo muy tradicional en la cultura española, también denominado ladrillazo) la radiación quedará atrapada, y otros que afectará a los ciudadanos de a pie.


Sinceramente sorprende de sobremanera que este sea el tema de debate y no otro de mayor lógica: “¿por qué no se ha limpiado lo que se ensució?. Entre los lances de asociaciones de ecologistas y partidos políticos sin duda habrá surgido esta idea, pero en el afán fratricida de la política nacional no hay cabida para luchas unionistas. EEUU ha sido el único país que ha utilizado la bomba atómica contra una población civil, y este alarmante y deshumanizador hecho estuvo a punto de producirse de nuevo, ni más ni menos que en nuestra nación. Caudilladas a parte (el zanjamiento de la polémica sirvió para estabilizar el régimen frente a la potencia) los ciudadanos debieron clamar contra semejante barbaridad.


Con la llegada de la democracia al país, Palomares se organizó con el fin de reivindicarse como víctima mientras el resto del Estado les omitió, de nuevo cegados por el resplandeciente astro de la diplomacia. El resultado es que casi medio siglo después, una parte del pueblo español sigue ensuciado por la torpeza de los mandatarios, lo más triste es que no hablamos del territorio , sino de nuestro orgullo y dignidad.

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